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«MI VIDA NO TENDRÍA SENTIDO SIN LA FE QUE VIVE MI ALMA» TALIANA VARGAS

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La actriz conjuga en presente los verbos amar, sonreír, orar y compartir. Anticipa un 2015 maravilloso, con boda incluida. Confesiones de una mujer que vive con decisión.

BEATRIZ ARANGO

Los días de Taliana Vargas empiezan con una oración y con un saludo a «Mis Amores», el grupo de Whatsapp que comparte con su mamá, su padrastro y sus cinco hermanos. Su mamá vive en Uruguay con su esposo y los hijos pequeños. Ana Laura, Sebastián y Julián se mueven entre Nueva York y Bogotá, mientras que Taliana va a donde su trabajo la lleve, ya sea Bogotá, Miami o Cali, la ciudad de su prometido, Alejandro Éder.

Por eso el contacto virtual. Por eso el afecto que se expresa en este grupo, creado por una mamá amorosa y bondadosa, ese ejemplo que Tali pondera en sus conversaciones.

Taliana es la dulzura y la gentileza. Lo sabe su amigo y estilista Víctor Abril, quien le retoca el color rubio que le dejó en la punta del pelo Esperanza, su personaje de Fugitivos. Lo reconocen las vestuaristas, a quienes acaba de conocer en el estudio, mientras acepta con agrado y admiración las prendas elegidas para la sesión fotográfica y lo confirma Juan Arellano, el fotógrafo que por primera vez le hará imágenes.

La ex Señorita Colombia, la actriz de tres personajes recordados con afecto (Niña Cabrales, Clara Cabello y Esperanza Gómez), la presidenta de la fundación Casa en el árbol, está lista para un gran año. Se reserva algunos detalles, pero el diamante en su mano izquierda, el único accesorio que luce, es testimonio de uno de sus proyectos más profundos: la boda con Alejandro Éder, luego de dos años de noviazgo.
Va vestida con un abrigo en print gallineto con aplicaciones de flores rojas en seda, de Juan Pablo Socarrás, pantalón negro, saco de lana, calzado masculino y sombrero de paño de ala corta.

Confiesa que es la primera vez que cuenta de una manera tan abierta sobre las personas que la han acompañado en este camino espiritual, en el que lo más difícil ha sido «reconocerlo no importa qué», asegura. «Durante muchos años lo dudé y después la vida me dio momentos que solo se explicaban por la gracia divina. Aprendí que no debe haber nada más importante que el ratito de oración para entender la misión que uno tiene en la vida. Los planes de Dios son veinte mil veces mejores que los de uno».

Así habla Taliana, de sus pasiones, de su devoción y de la gratitud que abraza su vida.

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